Ciencia detrás de la OHB
La oxigenoterapia hiperbárica (OHB) es un tratamiento cada vez más utilizado en medicina por sus efectos beneficiosos en múltiples patologías. Sin embargo, muchos pacientes se preguntan cuál es la base científica que sustenta esta terapia. La ciencia detrás de la OHB se apoya en tres leyes físicas fundamentales que se enseñan desde niveles básicos de educación: la ley de Boyle-Mariotte, el principio de Pascal y la ley de Henry. Comprender estos principios permite entender claramente por qué funciona la OHB y cómo actúa el oxígeno a alta presión sobre el cuerpo humano.
Ley de Boyle-Mariotte: compresión de gases
Uno de los pilares de la ciencia detrás de la OHB es la ley de Boyle-Mariotte, que establece que el volumen de un gas es inversamente proporcional a la presión, siempre que la temperatura se mantenga constante. Esto significa que si duplicamos la presión, el gas ocupará la mitad del volumen.
Este principio es clave para comprender cómo la presión dentro de la cámara hiperbárica permite reducir el tamaño de las burbujas de gas en el organismo, especialmente útil en casos como embolias o enfermedad por descompresión. Esta acción física directa ayuda a restablecer la normalidad en la circulación y favorece la oxigenación profunda de los tejidos.
Principio de Pascal: presión distribuida de forma uniforme
Otro aspecto esencial en la ciencia detrás de la OHB es el principio de Pascal, que afirma que los líquidos no se comprimen y que toda presión aplicada sobre ellos se transmite de forma uniforme en todas las direcciones.
Esto significa que, al aumentar la presión dentro de la cámara hiperbárica, todo el cuerpo recibe de forma homogénea ese aumento, incluyendo los líquidos corporales como la sangre, la linfa y el líquido intersticial. De esta manera, el oxígeno alcanza de forma más eficiente zonas inflamadas, lesionadas o con mala perfusión.
Ley de Henry: disolución de gases en líquidos
El tercer principio que sostiene la ciencia detrás de la OHB es la ley de Henry. Esta ley explica que, a temperatura constante, cuanto mayor es la presión ejercida sobre un gas en contacto con un líquido, mayor es la cantidad de gas que se disuelve en ese líquido.
En términos clínicos, esto significa que al respirar oxígeno puro a alta presión, se puede disolver una gran cantidad de oxígeno en el plasma sanguíneo, más allá de lo que transportan los glóbulos rojos. Este oxígeno extra disuelto favorece la regeneración celular, la cicatrización de heridas, la lucha contra infecciones y la reducción de procesos inflamatorios, lo que convierte a la OHB en una herramienta terapéutica muy eficaz.