¿Qué es el dolor facetario?
El dolor facetario o síndrome de las articulaciones facetarias es una causa frecuente de dolor en la columna vertebral, a menudo infradiagnosticada. Las articulaciones interapofisarias, también conocidas como facetas articulares, son pequeñas estructuras situadas en la parte posterior de dos vértebras contiguas. Estas articulaciones permiten el movimiento de la columna en los tres ejes del espacio: flexo-extensión, rotación y lateralización. Al contar con inervación propia, pueden ser una fuente clara de dolor cuando se inflaman o degeneran.
Este tipo de dolor puede aparecer en cualquier segmento de la columna: cervical, torácico o lumbar, siendo más frecuente en la región lumbar baja y en la cervical.

Síntomas del dolor facetario
El cuadro clínico típico se caracteriza por un dolor de tipo mecánico, que puede ser unilateral o bilateral. Suele acompañarse de sensación de bloqueo al intentar mover la zona afectada, además de una limitación funcional muscular en la región cercana a las facetas comprometidas.
En la columna lumbar, el dolor se localiza en la parte baja de la espalda. Puede irradiarse hacia la nalga o hacia la parte posterior del muslo, pero raramente sobrepasa la rodilla. Este dolor empeora con la extensión de la espalda, al incorporarse desde una silla o al estar tumbado boca arriba, mientras que mejora al caminar y al flexionar el tronco.
En la región cervical, el dolor se presenta con rigidez y dificultad para mover el cuello. En ocasiones, puede irradiarse ligeramente hacia el brazo o generar dolor en la parte posterior de la cabeza. La distribución del dolor suele estar relacionada con el nivel vertebral específico afectado.
Es importante destacar que, a diferencia del dolor de origen neurológico, el dolor facetario tiene un patrón claramente mecánico.


Causas del dolor en las articulaciones facetarias
El dolor en las facetas articulares puede deberse a varias causas. La más frecuente es la degeneración de la articulación, un proceso que se produce de forma progresiva con el envejecimiento. También puede aparecer tras una lesión, una sobrecarga mecánica repetida o por cambios posturales mantenidos. La osteoartritis facetaria y la inflamación local también son causas comunes del síndrome facetario.
¿Cómo se diagnostica el dolor facetario?
El diagnóstico del dolor facetario es clínico, lo que significa que se basa principalmente en el interrogatorio al paciente y en una exploración física minuciosa. Una dificultad añadida es que este tipo de dolor no se visualiza en las pruebas de imagen tradicionales (como radiografías, resonancia o TAC), lo que puede llevar a que pase desapercibido o se diagnostique erróneamente como otra patología.
Por ello, es esencial una valoración especializada, capaz de distinguir entre el dolor facetario y otras causas frecuentes de dolor lumbar o cervical.


Tratamiento del dolor facetario
El tratamiento del síndrome facetario debe adaptarse a cada paciente según sus síntomas, estado físico y respuesta al tratamiento. Existen diferentes niveles de intervención terapéutica.
El tratamiento médico con fármacos puede ofrecer cierto alivio, aunque generalmente no es suficiente por sí solo en este tipo de patología. En cambio, la fisioterapia y el ejercicio terapéutico son fundamentales. El fortalecimiento muscular, la mejora de la movilidad articular y la reeducación postural juegan un papel clave en la evolución del paciente.
Cuando los tratamientos conservadores no logran controlar los síntomas, se puede recurrir a técnicas mínimamente invasivas, como las infiltraciones facetarias o la radiofrecuencia. Estas técnicas permiten reducir significativamente el dolor y mejorar la movilidad. Se trata de procedimientos poco invasivos, bien tolerados y con resultados generalmente muy positivos.
En casos más complejos o refractarios, se puede considerar el tratamiento quirúrgico como alternativa para mejorar la calidad de vida del paciente. Existen diversas opciones quirúrgicas, que deben ser evaluadas de manera personalizada, teniendo en cuenta los síntomas, el estado funcional y las características individuales del paciente.
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