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Lumbalgia, Diagnóstico y Tratamiento

Diagnóstico de lumbalgia?

El diagnóstico de la lumbalgia debe comenzar con una historia clínica detallada y una exploración física minuciosa por parte del especialista. En base a esto, se podrá plantear una hipótesis diagnóstica que puede ser confirmada o descartada con pruebas complementarias.

Las pruebas de imagen más utilizadas son:

  • Radiografía simple (Rx): útil principalmente para evaluar la estructura ósea y descartar fracturas, deformidades o artrosis vertebral. Aunque no muestra hernias discales, sigue siendo una herramienta básica en el estudio inicial.
  • Tomografía axial computarizada (TAC): ofrece imágenes en tres planos y es especialmente útil para valorar alteraciones óseas con gran precisión.
  • Resonancia magnética (RM): proporciona una imagen anatómica detallada de los discos, las raíces nerviosas y otras partes blandas. Es la prueba de elección en muchos casos de dolor lumbar persistente o con sospecha neurológica.
  • Electromiografía (EMG): mide la conducción nerviosa y la respuesta muscular, útil en casos con sospecha de afectación neurológica.
  • Gammagrafía ósea: permite detectar zonas de aumento de actividad metabólica, como infecciones, fracturas ocultas o tumores.

Es fundamental interpretar estas pruebas dentro del contexto clínico del paciente. No todas las alteraciones encontradas justifican el dolor, por lo que deben correlacionarse siempre con los síntomas y hallazgos clínicos.

Tratamiento de la lumbalgia

Una vez establecido el diagnóstico, el tratamiento debe personalizarse para cada paciente. En la mayoría de los casos, el dolor lumbar no se asocia a una lesión estructural grave, sino a un trastorno funcional, por lo que responde bien a medidas conservadoras. Esto incluye analgésicos, antiinflamatorios, fisioterapia y actividad física adaptada.

En muchos pacientes, el tratamiento médico y los estudios diagnósticos sirven, además, para descartar enfermedades serias y tranquilizar al paciente, ya que el dolor lumbar, aunque muy molesto, rara vez es indicativo de una condición grave. Sufrir varios episodios de lumbalgia a lo largo de la vida es frecuente y no implica necesariamente un deterioro progresivo.

Es importante entender que el dolor lumbar no siempre se debe a una compresión nerviosa. Estudios han demostrado que en muchos casos se produce una respuesta inflamatoria local, que mantiene el dolor incluso en ausencia de compresión mecánica. Solo cuando los síntomas persisten tras un tiempo prudencial y un tratamiento adecuado, puede estar indicado realizar estudios más avanzados o incluso plantear opciones quirúrgicas.

¿Cuándo se debe operar?

La cirugía de columna debe ser considerada como una opción reservada para casos en los que exista un diagnóstico claro, síntomas invalidantes, daños neurológicos y/o fracaso del tratamiento conservador. La elección del procedimiento quirúrgico debe hacerse de manera muy cuidadosa, valorando la técnica más eficaz y segura según las características del paciente.

No hay una única cirugía válida para todos. Cada paciente debe ser evaluado teniendo en cuenta su edad, actividad física, enfermedades previas, tipo de trabajo, y otros factores. Además, no siempre lo más novedoso o complejo es lo mejor. En muchos casos, la técnica quirúrgica más sencilla ofrece los mejores resultados con menos riesgo.

¿Qué tener en cuenta antes de iniciar un tratamiento?

No existen tratamientos milagrosos para el dolor lumbar. Es recomendable desconfiar de técnicas poco convencionales, profesionales sin formación reconocida o promesas de curas inmediatas. En España, los títulos oficiales garantizan una formación adecuada, por lo que se debe evitar dejarse llevar por términos confusos o no regulados.

Ante cualquier duda, siempre se debe consultar con un especialista en columna. Buscar información en internet, foros o revistas no especializadas puede generar confusión, ansiedad o llevar a decisiones equivocadas. Solo un profesional cualificado puede explicar de forma clara por qué un tratamiento específico es el adecuado para un paciente determinado, con una patología concreta y en un momento preciso.

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